El agua, al igual que sucede con la energía, es un suministro que cada vez tiene más peso en los gastos generales de una empresa, circunstancia que curiosamente solemos asumir como inevitable.

En determinados sectores de actividad, agricultura, sector químico, alimentación, restauración o, en algunos casos, manufactura, el agua ocupa un lugar destacado en los presupuestos. Y todo esto sin plantearnos que la calidad del agua que se necesita depende del tipo de uso al que va dirigida.

Las medidas para ahorrar agua no sólo tienen un efecto positivo sobre los gastos de nuestra empresa; también tienen un valor añadido relacionado con el medio ambiente; lo que, a su vez, contribuye a mejorar la imagen de marca de la empresa ante sus accionistas y la sociedad en general.

Para poder instaurar medidas de ahorro de agua, haremos un estudio inicial que servirá para determinar cuánta agua se consume y para qué, cuándo (¿hay momentos de mayor consumo?), quién, cómo… sin olvidar el tipo de agua que se consume, y dónde.

Los lugares más habituales de consumo de agua son:
• Aseos
• Vestuarios
• Cocinas
• Lavanderías
• Instalaciones industriales y oficinas (funcionamiento de la maquinaria, sistemas de calefacción y refrigeración, limpieza de vehículos y aparatos, etc.)
• Terrenos (regadío, limpieza)

Una vez realizado el estudio, cotejaremos los resultados del mismo con los del contador de agua reflejados en la factura de la compañía suministradora, y esto nos servirá de base para calcular los promedios de consumo por empleado, máquina o actividad.
Por otro lado, el estudio debe poner de manifiesto la existencia de posibles problemas, como fugas o filtraciones, hábitos nocivos (como dejar el grifo abierto entre tarea y tarea), usos indebidos (por ejemplo, regar a una hora del día inapropiada, etc.)

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Despertar la concienciación del personal
A la hora de establecer un plan de ahorro de agua, resulta importante comunicar en qué va a consistir y por qué se instaura dicho plan al objeto de garantizar el compromiso del personal con unas prácticas de consumo correctas. Vamos a solicitar a nuestros empleados que cambien de hábitos, algo que siempre implica incomodidades que, según transcurre el tiempo se asumen, pasan a ser ventajas.

Les facilitaremos herramientas y técnicas para realizar lo más eficazmente los cambios propuestos.

Entre los nuevos hábitos cabe destacar:
– Reducción del uso de sustancias químicas (productos para el lavado de la ropa, por ejemplo) para permitir la reutilización del agua.
– Saber qué tipo de aguas residuales se generan para maximizar su reutilización siempre que resulte posible.
– Uso más eficiente de máquinas lavavajillas, lavadoras, etc., evitando ponerlas en marcha hasta haberlas llenado por completo y seleccionando el programa más adecuado.
– Dar preferencia a los tipos de limpieza “en seco” (barrer, aspirar).
– Ajustar la presión del agua.

Emplear las herramientas correctas:
– Para evitar pérdidas de agua a través de fugas, filtraciones y evaporación.
– Siempre que resulte posible, optar por aguas no potables para usos industriales.
– Instalar sensores de control por infrarrojos en los grifos y cisternas de los inodoros para evitar que el agua corra de forma innecesaria.
– Controlar la presión de agua y adaptarla a los usos del agua reales.
– Reducir la utilización del aire acondicionado.
– Realizar las tareas de mantenimiento adecuadas en los sistemas de calefacción y refrigeración para aumentar su eficiencia de uso.
– Emplear mecanismos de riego automáticos.

 

Reciclar
Recoger el agua residual cuando resulte posible, así como el agua de lluvia, y reutilizarla para la limpieza o el riego. Estudiar el sistema de vertido de aguas residuales existente para averiguar si resulta posible reutilizar el agua.

 

Control
Se debe instaurar un mecanismo sistemático de medición y control para garantizar que el compromiso de los empleados, y el consiguiente ahorro, sea continuado y sostenible. El ahorro observado se puede anunciar en la web o en los materiales de marketing de la empresa, lo que puede constituir un valioso activo según cuál sea el sector de actividad. La aplicación de determinados incentivos económicos puede ayudar a las empresas a aumentar la eficacia de su consumo de agua y la protección del medio ambiente.

 

Quizás sea preciso analizar la situación desde una perspectiva externa e imparcial que garantice el correcto análisis de todos los aspectos de los procesos de ahorro de agua, además de disfrutar de las ventajas del asesoramiento técnico de un profesional para conocer cuáles son las herramientas y las ayudas económicas o subvenciones existentes.

No olvidemos que lo que proponemos es un ahorro y, como tal, tiene que ser atractivo en dos parámetros fundamentales, inversión y retorno de la misma.