Cuando un objeto quiere elevarse en el aire, ya sea un avión o una hoja de árbol, tiene que enfrentarse a la gravedad. La ecuación simplificada es elevación menos (o contra) gravedad. Las dos fuerzas opuestas sugieren una lucha de poder inestable.
Con el precio del cartón ondulado/caja en el mundo del empaque, estamos viendo lo contrario. Vemos estabilidad debido a dos fuerzas que entran en conflicto. Como sabrán por los titulares de las noticias, los comunicados de prensa de las empresas y los precios del día a día, los costos de la energía están llevando la inflación a niveles sin precedentes.
Ese costo de la energía también está encareciendo la producción de los envases. Por lo tanto, a los fabricantes y proveedores nada les gustaría más que aumentar los precios. Esa es la primera fuerza que entra en juego.
En general, los precios se han mantenido estables desde abril, y en algunas zonas se observan pequeñas reducciones. En general, sin embargo, los precios -ya sean de polímeros o de papel- siguen estando a un nivel mucho más alto de lo que estaban en 2019 o principios de 2020.
La fuerza opuesta, el elemento que está impidiendo que el precio del cartón ondulado/cajas aumente significativamente -en línea con el aumento del precio del gas al por mayor- es que la demanda es excepcionalmente baja para esta época del año. Normalmente, en vísperas del Black Friday y de Navidad, la demanda es muy alta, y las compras online determinan la demanda de empaques.
Este año no es así. Eso se debe a que la gente gasta menos y vigila más de cerca sus saldos bancarios. Como resultado, algunas de las grandes empresas están ofreciendo “hacer ofertas” de forma selectiva para trabajos de volumen atractivo. Esto tiene sentido desde el punto de vista empresarial.
Los proveedores tienen capacidad de sobra y, si no fuera por los costos de fabricación, los precios ya estarían bajando. En los últimos días hemos mantenido conversaciones con dos de los principales actores del sector del empaque. Uno piensa que los precios tendrán que subir para que las empresas de empaquetado puedan seguir obteniendo beneficios. El otro cree que los precios tendrán que bajar.
Las perspectivas son inciertas. El resultado podría ser cualquiera de los dos, por las mismas razones.
Por eso decimos que la bola de cristal que predice el futuro está rota.