La digitalización se ha convertido en el tema dominante en las discusiones sobre el futuro de las cadenas de suministro.
Donde sea que haya un problema, existe la promesa de una solución tecnológica, utilizando alguna combinación de inteligencia artificial o aprendizaje automático, big data, automatización e Internet de las cosas.
No hay duda de que la tecnología tendrá (y ya tiene hoy día), un gran impacto en cada parte de las operaciones de la cadena de suministro, desde la planificación hasta la logística. Sin embargo, al centrar tanta atención en las soluciones digitales, las empresas pueden asegurarse inadvertidamente un fracaso. Esto se debe a que el enfocarse principalmente en la tecnología ignora una verdad incómoda: la naturaleza humana de la cadena de suministro.
Las cadenas de suministro de hoy luchan con los mismos problemas que han enfrentado durante décadas: poca visibilidad, incertidumbre, desconfianza entre las funciones y las partes interesadas, comportamientos sesgados, incentivos desalineados y una toma de decisiones lenta, así que las soluciones digitales actuales deben integrarse en las cadenas de suministro, pues problemas como estos no se resolverán mediante algoritmos, por inteligentes que sean. Peor aún, si no se abordan, podrían destruir gran parte del valor potencial de las soluciones digitales.
Para obtener el beneficio completo de las nuevas tecnologías, necesitan adaptar sus organizaciones, sus procesos y los roles de sus personas. Saber exactamente qué cambiar, y cómo hacer que ese cambio suceda, conlleva su propio conjunto de desafíos, y eso es algo para lo cual las empresas requieren la ayuda de expertos que les permitan sacar el mayor provecho de sus herramientas tecnológicas y reducir gastos sin afectar su nivel de servicio y la calidad de sus productos.